Lo han vuelto a hacer. André Juillard y Patrick Cothias han publicado otra obra maestra que amplía la historia de la familia De Troil y sus allegados.
Este es el primer tomo del tercer ciclo de Las siete vidas del Gavilán, que junto con la obra homónima, Pluma al viento, las historias cortas de Masquerouge y las obras no dibujadas por Juillard, y sin publicar por estos lares, conforman el llamado “Ciclo de las siete vidas del Gavilán”.
Lo cierto es que el comienzo de esta nueva serie no podría ser más alentador, es folletín en estado puro, con un ritmo endiablado, acción a raudales y frecuentes giros en la trama, todo esto aderezado por el hondo calado psicológico de los personajes y, como no, por el sublime arte de Juillard, que hace algo más de dos décadas alcanzó la iluminación y está en estado de gracia permanente.
Aquí podemos encontrar todos los ingredientes que conforman una obra maestra: trabajados diálogos, un guión sólido, personajes cautivadores, exhaustiva documentación y un trabajo gráfico que quita el aliento.
Los textos de Cothias son ágiles y fluídos, mostrando en cada diálogo alguna faceta de las complejas personalidades que ha creado; son, en definitiva, unos textos concisos pero prodigiosos. La trama está trenzada de manera asombrosa y los giros de guión son sorpresivos. Al igual que en las obras anteriores el autor no escatima en mostrar la dureza y crueldad del destino que siempre ha maltratado a esta infausta familia, en especial a Ariane, y que les ha llevado siempre por caminos ignotos para la gente vulgar.
Por otra parte el mundo se nos muestra veraz, a pesar de estar repleto de aventuras extraordinarias, gracias a la exhaustiva documentación y al profundo estudio de la época retratada. En este aspecto Juillard vuelve a dar otra clase magistral al reflejar fielmente vestimentas, objetos y arquitecturas con precisión de maestro orfebre. El trabajo gráfico es deslumbrante y abruma con su belleza. Es bien conocida la pericia de Juillard para retratar la fisiología y la anatomía, tanto humana como animal, con rigor de naturalista, así como su dominio del movimiento y su lucidez narrativa. Evidentemente en este nuevo tomo hace gala de todas estas virtudes y podemos volver a disfrutar de su elegante trazo y su refinada paleta cromática.
En definitiva, un tebeo de aventuras excepcional, que engrandece todavía más el trabajo conjunto de estos dos maestros de la banda diseñada y que nos trae de vuelta a estos encantadores, y sombríos, personajes con los que hemos reído y llorado en muchas ocasiones; personajes familiares con los que hemos crecido y a los que echábamos de menos y cuya vuelta, al compás de los pasos de esgrima y el trotar de los caballos, ha sido grandiosa y viene a redondear una obra capital del cómic mundial.
Por obras como esta la historieta está considerada el noveno arte y resulta imposible dejar de amarla.